lunes, 18 de agosto de 2025

¿Por qué no han puesto en vigencia el Fondo de Garantía en la Jurisdicción Inmobiliaria?


El Fondo de Garantía en la Jurisdicción Inmobiliaria de la República Dominicana, a pesar de estar contemplado en la Ley núm. 108-05 de Registro Inmobiliario desde su promulgación, no ha sido puesto en vigencia. 


La razón principal de esta situación es que su implementación fue suspendida mediante la Resolución núm. 622-2007 del 29 de marzo de 2007, la cual aplazó el cobro de la contribución especial destinada a la constitución de dicho fondo.


¿Qué es el Fondo de Garantía?


El Fondo de Garantía es una figura legal creada para indemnizar a las personas que, actuando de buena fe y sin negligencia de su parte, hayan sido perjudicadas por la aplicación de la Ley de Registro Inmobiliario. 


Su objetivo es resarcir los daños causados por fraudes, errores, negligencias u omisiones en el ejercicio de las funciones de los órganos de la Jurisdicción Inmobiliaria. La ley establece las reglas de contribución, administración y distribución de estos fondos.


¿Por qué no se ha implementado?


Desde el 2007, el cobro de la contribución especial para este fondo ha estado suspendido, lo que ha impedido su constitución y, por ende, su puesta en funcionamiento. 


Aunque la ley lo prevé como una protección para los afectados, en la práctica, las personas perjudicadas no pueden acceder a esta vía de compensación.


Impacto de la no implementación


La falta de este fondo deja un vacío en la protección de los derechos de los propietarios y las personas que interactúan con el sistema de registro de tierras. 


En caso de sufrir un perjuicio, la vía de la responsabilidad civil directa contra el Estado o los funcionarios involucrados puede ser un proceso largo y complejo. 


La existencia de este fondo permitiría una reparación más ágil y efectiva para las víctimas de errores o actos ilícitos dentro del sistema inmobiliario.

martes, 12 de agosto de 2025

La Indiferencia de las Fiscalías de la República Dominicana sobre los delitos económicos cometidos en contra de los particulares


En la República Dominicana, los ciudadanos se enfrentan a un desafío recurrente y frustrante: la aparente indiferencia de las fiscalías ante los delitos económicos cometidos contra particulares. 


Mientras que crímenes como robos o asaltos suelen recibir una atención más inmediata, las estafas, el abuso de confianza, el fraude y otros ilícitos financieros a menudo parecen quedar en un segundo plano. 


Esta situación no solo genera una sensación de impotencia en las víctimas, sino que también erosiona la confianza en el sistema de justicia y fomenta un ambiente de impunidad que perjudica la estabilidad social y económica del país.


Una de las principales razones por las que estos casos no avanzan con la celeridad deseada radica en la complejidad de su investigación. 


A diferencia de un robo donde hay testigos o evidencias físicas directas, los delitos económicos involucran un rastro de documentos, transacciones bancarias, contratos y comunicación digital que requiere una experticia y recursos especializados. 


A menudo, los fiscales y sus equipos carecen del tiempo, la capacitación o las herramientas necesarias para desentrañar estas complejas redes de engaño. 


Esto provoca que, en muchos casos, las denuncias sean archivadas o que los procesos se dilaten por años, dejando a las víctimas en un limbo legal y financiero.


Otro factor crucial es la percepción de la gravedad de estos delitos. Para un ciudadano que ha perdido todos sus ahorros en una estafa piramidal o que ha sido despojado de sus bienes por un abuso de confianza, el daño es devastador. 


Sin embargo, en el ámbito judicial, estos casos pueden ser vistos como "menos urgentes" que aquellos que implican violencia física. 


Esta perspectiva sesgada minimiza el impacto real que tienen estos crímenes en la vida de las personas, quienes no solo pierden dinero, sino también su tranquilidad, su seguridad y, en ocasiones, su salud mental.


Además, la falta de una coordinación efectiva entre las fiscalías y otras entidades, como la Unidad de Análisis Financiero (UAF) o los bancos, dificulta aún más la recopilación de pruebas. 


En muchos casos, las víctimas son las que deben recabar la mayor parte de la información, invirtiendo tiempo y dinero en una tarea que, por ley, corresponde a las autoridades. 


Esto crea una carga adicional y desmotivadora, llevando a que muchos simplemente abandonen el proceso y acepten la pérdida como un costo de la "viveza" del delincuente.


La consecuencia de esta indiferencia es clara: se crea un caldo de cultivo para la impunidad. Los defraudadores y estafadores, al ver que sus crímenes no son perseguidos con la debida firmeza, se sienten motivados a seguir operando. 


Esto no solo daña a los particulares, sino que también afecta al clima de negocios en el país, ya que la falta de seguridad jurídica ahuyenta a los inversionistas y debilita la confianza en el mercado.


Para combatir este problema, es fundamental que el Ministerio Público dominicano adopte un enfoque más proactivo. Esto implica destinar más recursos y personal especializado a las fiscalías que manejan delitos económicos, invertir en tecnología de investigación forense y establecer protocolos de actuación más claros y eficientes. 


También es crucial educar tanto a los fiscales como a los ciudadanos sobre la gravedad de estos crímenes y sus devastadoras consecuencias.


En última instancia, la lucha contra la indiferencia ante los delitos económicos no es solo una cuestión de justicia individual, sino una necesidad para fortalecer el estado de derecho en la República Dominicana. 


Garantizar que todos los ciudadanos, sin importar el tipo de delito del que sean víctimas, reciban una respuesta justa y oportuna es un paso indispensable para construir una sociedad más segura y equitativa para todos.